¿No te ha pasado que estás trabajando en algo —sea del trabajo o de la facultad— y no se te ocurre nada? Pasan los minutos, las horas, y las ideas parecen haberse escondido. Pero cuando llega la noche y estás a punto de dormir, de repente, todo fluye. Empiezan a surgir pensamientos, soluciones, ideas que parecían no existir unas horas antes. Te levantás para anotarlas, con miedo a que desaparezcan al amanecer.
Eso, precisamente, es de lo que quiero hablar hoy.
Suele suceder en la quietud de la noche, cuando el cuerpo ya se rindió ante el cansancio y la mente, por fin, puede respirar. Cuando llegamos a casa después de un largo día, y decidimos dejar el celular a un lado, apagar las pantallas y simplemente estar, sin hacer nada… ahí es donde ocurre algo poderoso: el silencio empieza a hablar.
Vivimos en un mundo saturado de ruido: notificaciones, conversaciones, música de fondo, pensamientos que no paran. Encontrar un momento de silencio se volvió casi un lujo. Pero en ese silencio, aunque parezca vacío, posee una riqueza inmensa. Es ahí donde se ordenan las ideas, donde la creatividad despierta, donde uno empieza a escucharse a sí mismo.
El silencio no es ausencia de sonido. Es la presencia de uno mismo.
Y aprender a escucharlo puede ser una de las formas más puras de reconectar con lo que realmente somos.
Hoy en día la simple idea de permanecer en silencio puede parecer muy incómoda. Porque el ruido es abundante y, por más molesto que sea, uno se acostumbra a esa exposición constante, por lo que el silencio llega a un punto en que incomoda. Y eso es lo peor que podemos hacer, la desconexión con el silencio se traduce en la desconexión con nosotros mismos.
Tu momento de paz y soledad es donde encontrarás inspiración. Ahí nacen las mejores ideas, los pensamientos fluyen libremente y todo puede ser posible. La mente pasa a un estado mental mucho más elevado, alejado de todo pensamiento innecesario que divaga por tu cabeza, y se desbloquean nuevos patrones y formas de ver las cosas.
La desconexión externa sirve para priorizar la conexión interna. Debemos acostumbrarnos un poco a la soledad y a la compañía de uno mismo. El compañero más leal que tienes eres tú mismo, la persona con la que caminarás toda tu vida, y es algo imposible de evitar. Por eso es prioritario conocerse a uno mismo y acostumbrarse a la soledad.
En algún momento de tu vida que te sientas perdido o estancado, y no sepas como salir de ese ciclo, intenta reconectar con vos mismo y ahí puede que encuentres una respuesta. Esto no es algo mágico, pero si es una práctica bastante linda para implementar en tu vida y, creo yo, necesaria.